¡Adiós, corazón de arroz!


Estatua “El beso” del escultor Gask en el Rosedal
de los Bosques de Palermo, Buenos Aires.
(imagen: Creative Commons)

Leer el texto y resolver el ejercicio al final.

Piropo, requiebro y galantería son algunos de los nombres de esas frases románticas ( a veces ingenuas, a veces atrevidas ) que los hombres susurran o vociferan a las señoritas por la calle.

Es justo decir que se trata de una verdadera tradición que las mujeres adoran o detestan, según el caso, pero siempre se notan como ausentes al visitar otras culturas.

Así sucedió con Guadalupe, una chica que de vacaciones en Inglaterra exclamaba con pena que allí debía ser considerada como la mujer más espantosa de la tierra ya que nadie la miraba ni le decía nada. Se sentía insignificante por la falta de gestos de aprobación de los caballeros ingleses. En su país no era dificil escuchar : “¡Adiós belleza!” o “¡Qué pedazo de mujer!”. En especial cuando llevaba puesto un vestido corto o una blusa escotada. Guadalupe permanecía inmutable, caminando con la vista al frente o sólo volteando con la mano la larga cabellera castaña.

Bien se ha dicho que existen los piropos ingenuos y los de caracter más atrevido. Entre los del primer grupo se puede mencionar los clásicos de nuestros padres : “¡Adiós, corazón de arróz!” o “¡Bombón!”, un poco pasados de moda para la nueva generación de piropeadores que prefieren términos más modernos.

En las calles se escucha “¡Qué diosa!” o “¡Mamita!”. Sin embargo, es necesario aclarar que hay de todo, ya que el piropeador no tiene límite de edad. Están los de más de cincuenta, los de treinta y los adolescentes.

Entre los piropos del segundo grupo hay que hacer una observación : las groserías no entran en la categoría de piropo y son de muy mal gusto. Algunas frases atrevidas que se pueden escuchar por la calle (y en la mayoría de los casos sin recibir una mirada de odio o algún insulto por parte de las mujeres), son : “¡Te comería a besos!”, “¡Qué cuerpo!”, “¡Qué par de piernas!”, etc.

También hay frases más elaboradas, como “¿Quién habrá muerto en el cielo que los ángeles están de luto?” (para una chica vestida de negro) , “¿Cuándo seremos cuatro? Tú, yo, el perro y el gato.” o “Si el amor fuera pecado, ardería en el infierno.” Aunque ya no suelen escucharse tan a menudo. Además, como regla básica, es necesario saber que por más bella que sea la señorita, si está acompañada por alguien de sexo masculino, es aconsejable mantener la boca cerrada, evitar males mayores y reservarse para la próxima.

Finalmente, es interesante señalar que en los últimos tiempos se observa un ida y vuelta en materia de piropos. Las adolescentes están tomando la calle y en algunos lugares hay olas de piropeadoras ( en especial, a la salida del colegio) que elogian los atributos de algunos hombres que transitan las ciudades y los hacen sonrojar. Es que “amor, con amor se paga”. ¿ O será más bien “quien a hierro mata a hierro muere”?